Consejos útiles
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Agua

El consumo regular de agua, especialmente en sustitución de otras bebidas azucaradas (zumos de frutas y bebidas endulzadas), ayuda a reducir el peso corporal. 

Por lo general, se recomienda tomar aproximadamente 2 litros de agua al día en los adultos. Sin embargo, esta cantidad puede cambiar significativamente dependiendo de las condiciones ambientales y de la actividad física.

Una cantidad importante de agua también se consume con los alimentos y, en particular, con frutas y verduras. Beber agua antes de comer no adelgaza, en todo caso ayuda a mantener el peso corporal por la sensación ficticia de saciedad. 

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Hábitos culinarios

Los buenos hábitos alimentarios no se limitan solamente a elegir los alimentos adecuados en la cantidad adecuada, también debemos tener en cuenta los condimentos utilizados, las técnicas de preparación y el tiempo de cocción.

En cuanto a frutas y verduras, siempre sería preferible consumirlas crudas para mantener inalterado el contenido de fibra, vitaminas y minerales, y cocinar los platos preferiblemente al vapor o hervidos. 

También es recomendable no exagerar con las grasas de condimento y es mejor elegir las de origen vegetal, como el aceite de oliva virgen extra.


Es importante limitar el uso de sal en la cocina y, aún más, evitar añadirla a los alimentos que ya estén en la mesa.

Consulta la guía alimentaria para más consejos de alimentación.

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Actividad física diaria

Para tener bajo control el peso la alimentación es importantísima, pero por sí sola no es suficiente. La actividad física es fundamental tanto para perder los kilos en exceso como para mantener el peso ideal ya alcanzado.

Para obtener beneficios en la salud y el bienestar, es necesario que desarrolles una actividad física capaz de mejorar la eficiencia cardiovascular, la composición corporal, la resistencia muscular, la fuerza y la flexibilidad.

Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que una persona adulta, teniendo en cuenta sus condiciones psicofísicas, debería realizar como mínimo una de las siguientes tres opciones:

  • Al menos 150 minutos a la semana (unos 25 minutos al día) de actividad física aeróbica de intensidad moderada.
  • Al menos 75 minutos de actividad física aeróbica de intensidad vigorosa.
  • Combinaciones equivalentes de actividad física moderada y vigorosa.

La actividad aeróbica consiste en ejercicios dinámicos prolongados que requieren un incremento en el consumo de oxígeno.

También deben añadirse a la recomendación las actividades estáticas y de fuerza (actividad anaeróbica), que aumenten la potencia muscular y mejoren la flexibilidad de las articulaciones.

Para realizar actividad física diaria es suficiente con que realices actividades del día a día como ir a trabajar a pie o en bicicleta, salir a pasear, subir y bajar las escaleras, realizar tareas domésticas, etc., que aumenten el gasto calórico diario y, por lo tanto, disminuyan el riesgo de enfermedades cardiometabólicas y el exceso de peso, mejorando por tanto la calidad de vida. No hay que exagerar y sudar abundantemente; el secreto para emplear bien los músculos durante la actividad física es adoptar un ritmo aceptable.

Puedes consultar aquí diferentes videos tutoriales con ejercicios específicos para tu bienestar.

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Estrés y mala calidad del sueño

Existe una estrecha relación entre estrés y comida. Los aspectos psicológicos de cada persona pueden producir alteraciones fisiológicas, pero, además, afectar en los hábitos de alimentación.

El estrés puede hacernos elegir alimentos poco saludables con un alto contenido de calorías, azúcar o grasas; o hacernos comer en respuesta a estados emocionales como la tristeza o la ira; a atracones, y/o a la elección de hábitos alimenticios poco saludables. Estar bajo la influencia del estrés también puede hacernos comer con poca conciencia de calidad o cantidad, y sin lograr sentir nunca saciedad, y además alterar los microorganismos de la microbiota.

Otro punto importante es la calidad del sueño. El sueño consiste en un proceso de restauración que juega un papel importante en el equilibrio de la salud psicológica, emocional y física. La falta de sueño hace que nuestras células grasas liberen menos leptina, la hormona que ayuda a suprimir el apetito. El insomnio provoca, además, que el estómago libere más grelina, hormona que aumenta la sensación de hambre. Ambas acciones hacen que dormir poco se asocie a la obesidad. En adultos, se considera que el sueño es insuficiente cuando tiene una duración inferior a 6 horas al día.

Ayudar a tu cuerpo con unos buenos hábitos, una buena calidad del sueño y mantener el estrés bajo control son fundamentales para unos buenos resultados de salud.

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Debes recordar que las recomendaciones nutricionales en una patología grave deben tener el seguimiento de un Dietista - Nutricionista experto.

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